La Villa Pacelli en Santa Marinella
El profesor don Livio Spinelli, escritor y periodista italiano, divulgador de la figura de Pío XII y amigo del SIPA, ha tenido a bien enviarnos su crónica de la conferencia que tuvo lugar en la localidad tirrena de Santa Marinella (en la que Eugenio Pacelli solía veranear), el pasado 6 de marzo, para conmemorar el septuagésimo aniversario de la coronación de esta gran papa. Dicho acto fue organizado en colaboración con el SIPA, representado por nuestro delegado en Roma John P. Sonnen. Agradeciendo desde estas líneas al ilustre profesor Spinelli por su amabilidad, ofrecemos a continuación nuestra traducción de su artículo.
GAR - GRUPPO ARCHEOLOGICO ROMANO
NUESTRO CONCIUDADANO EUGENIO PACELLI, EL PAPA PÍO XII
EN EL LXX ANIVERSARIO DE SU CORONACIÓN
por Livio Spinelli
Mesa presidencial de la conferencia
Se dio comienzo mostrando la imagen de la sotana blanca de Pío XII recientemente donada a la Universidad Europea de Roma Regina Apostolorum. A continuación, se dieron a conocer algunos mensajes de felicitación provenientes de varias partes del mundo: el Dr. Alberto De Marco (autor del volumen Pio XII, editado por Pagine Luciano Lucarini) leyó uno proveniente de los Estados Unidos, enviado por Sor Margherita Marchione, docente emérita de la Farleigh University de New Jersey, autora de una veintena de libros sobre Pío XII (el último de los cuales será próximamente publicado por la Libreria Editrice Vaticana con prefacio del cardenal Tarcisio Bertone). Por su parte el Dr. John Sonnen, delegado para Italia del Solidalitium Internationale Pastor Angelicus, leyó el mensaje que el presidente de esta organización, D. Rodolfo Vargas Rubio, envió desde España.
Seguidamente, se dio paso a la conferencia, que comenzó con una intervención del vecino de Santa Marinella Guirillo Camboni, nacido en 1927, que leyó la poesía “Para no olvidar… 16 de octubre de 1943”, recientemente publicada en la revista mensual judía de información y cultura Shalom y que compuso “en memoria de sus amigos perdidos y de todos aquellos a los que amamos y no volvieron” (cuando 1022 judíos romanos fueron deportados por los nazis) y recordando a su contemporáneo y amigo de infancia A. Calò (conocido como Lupetto), uno de los pocos que pudo volver a Roma desde los campos de exterminio. Después el relator, en un itinerario del recuerdo, ilustró un soneto titulado “Santa Marinella 1887: lugar de unas vacaciones en el mar” –cuyo original formó parte de la reciente exposición sobre Pío XII en el Brazo de Carlomagno de la Columnata de Bernini– escrito por un Eugenio Pacelli adolescente y dedicado a Lucía. En algunos de sus versos se entrevé una premonición de las apariciones de Fátima, con una extraordinaria coincidencia de acontecimientos que vincularán durante toda su vida a Eugenio Pacelli y la vidente Lucía dos Santos. Recuérdese especialmente que Pacelli fue consagrado obispo el 13 de mayo de 1917, el mismo día exacto en el que Lucía tuvo la primera aparición, y que fue también –ya Papa– el primero en conocer el Tercer Secreto, que se había ordenado escribir a la vidente.
También fueron evocadas las vivencias de cuando el rey de Italia tenía una villa en Santa Marinella, hecha construir para que sirviera de lugar de convalecencia de su hija la princesa Yolanda, la cual, afectada de una grave enfermedad pulmonar, después de su estancia en la ciudad tirrena, sanó por completo. En Santa Marinella el Rey tenía por vecinos, frente por frente, a dos ilustres personajes: el cardenal Eugenio Pacelli y su hermano Francesco Pacelli, abogado consistorial, detalle que permite preguntarse si los primeros pasos hacia los Pactos Lateranenses no se dieron precisamente en estos lares, hasta el punto que en los documentos firmados por la Santa Sede y el Estado Italiano la lista de los bienes inmobiliarios hace constar la donación que el rey de Italia hizo de su villa de Santa Marinella al Hospital del Niño Jesús. También es significativo el hecho de que originalmente se previó la cesión a la Santa Sede de un puerto con zona franca (al que renunció en el último momento), que debía construirse entre Santa Marinella y Civitavecchia, en el lugar donde surge hoy el Puerto Riva di Traiano.
Se habló luego de la amistad entre Eugenio Pacelli y Guglielmo Marconi, nacida en Santa Marinella, en la villa de los marqueses Sacchetti, donde el científico conocería a su futura mujer Maria Cristina y prometió hacer construir y donar al Papa una estación de radio (la futura Radio Vaticana). Fue en nombre de esta amistad por lo que el cardenal Pacelli, secretario de Estado de Pío XI, bautizó en la Villa de los Príncipes, en Civitavecchia, a la hija del genio: la princesa Elettra Marconi.
Se recordaron asimismo las relaciones con Eugenio Pacelli de otros importantes personajes como: el cardenal Eugène Tisserant, titular de la diócesis suburbicaria de Porto y Santa Rufina (a la que pertenece Santa Marinella); el P. Lorenzo Van Den Eerembeemt, párroco de Santa Maria del Carmine y camarero secreto de Pío XII, al que muchas familias judías de Santa Marinella solían confiar la instrucción de sus hijos (tan seguros estaban de su honestidad intelectual); el senador Giulio Andreotti, autor del libro Ad Ogni Morte di Papa (en el que hace una sentida evocación de Pacelli) y del prefacio de un volumen sobre la historia de Santa Marinella escrito por el marqués Giulio Sacchetti, y los alcaldes Silvio Caratelli y Bruno Zampa, el primero de los cuales –amigo de la familia Di Veroli– hizo bautizar una calle de Santa Marinella con el nombre del adolescente Michele Di Veroli, de 13 años (uno de los mártires de las Fosas Ardeatinas junto a su padre), mientras el segundo fue durante varios decenios director de la Ciudad de los Muchachos, obra querida por Pío XII.
A continuación se rememoró al poeta de Santa Marinella Egidio Cristini, que fue jardinero de la Villa Pacelli junto con Camillo Candelori. Cristini alcanzó notoriedad participando en el popular programa del presentador Mike Bongiorno Lascia o Radoppia, en el que venció gracias a su extraordinario conocimiento de los Poemas Homéricos. Su fama saltó a nivel nacional, hasta el punto de que el mismísimo Pío XII lo invitó a una audiencia privada en Castel Gandolfo, en el curso de la cual el poeta recitó en su honor una oda que había escrito en memoria de los 320 de las fosas Ardeatinas. Se dice que el Papa se mostró tan entusiasta por el éxito de Cristini que hizo que instalaran un televisor en sus apartamentos para seguir la transmisión del programa.
La conferencia tuvo como broche de oro el conmovedor testimonio de la vecina de Santa Marinella Orienta Caccia de su encuentro con el papa Pacelli.
La más reciente publicación del Prof. Livio Spinelli
9 comentarios:
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