6 de septiembre de 2008

Una muestra más de infamia y mala fe

Nos resistíamos a publicar la reproducción del cuadro que ilustra esta entrada, para no hacer propaganda gratuita al sedicente "artista" que es su autor. Pero ha podido más la consideración de la oportunidad de mostrar cómo se las gastan los enemigos de Pío XII, que no se detienen ni siquiera ante el respeto debido a la Historia. Ni juzgamos, ni nos interesa hacerlo, los méritos formales que pueda tener semejante engendro, pero desde luego no puede ser llamado "arte", pues el Arte (con mayúscula) es una recreación de la Belleza y ello es indisoluble del respeto del Bien y la Verdad, según el axioma que en Filosofía nos enseñaron sobre los trascendentales del Ser: "pulchrum, verum et bonum in unum inter se simpliciter convertuntur" (lo bello, lo verdadero y lo bueno se vuelven uno). Una producción como la que aquí estamos viendo, que atenta impúdicamente contra la más elemental verdad histórica (pues pretende representar una escena que jamás se dio en la realidad, ni en los hechos ni en las intenciones) es un crimen de lesa justicia -que exige, por cierto, restitución de la buena fama conculcada- y una vergüenza para su autor y los que lo promocionan, y desautoriza, por supuesto, cualquier causa que se valga de ella para su propaganda. Y el caso es que precisamente el cuadro de marras formaba parte de una exposición de obras del pintor judeo-húngaro Moshe Galili sobre el tema "Holocausto y Humanidad", que tuvo lugar en 2004 en el Bruce Castle Museum de Haringey en Londres.

Durante el Tercer Reich hubo una amplia campaña gráfica de descrédito contra los judíos, en la que se les presentaba como siniestros complotadores contra la civilización occidental, a la que querían sojuzgar y poner bajo su férula implacable. Recordemos que por entonces tenían una gran aceptación los llamados Protocolos de los Sabios de Sión, un presunto plan de conquista del mundo por parte del poder hebreo aparentemete descubierto a finales del siglo XIX, por la misma época del primer Congreso Sionista de Basilea de 1897 (aunque no fueron publicados hasta 1903). Dicho libelo contribuyó en no poca medida a popularizar el estereotipo del judío -vestido de negro, de nariz ganchuda, con grandes orejas y un peligroso parecido a Lucifer- que se encuentran en las caricaturas malévolas que pulularon desde los años de entreguerra hasta los de la persecución nazi. Ahora bien, imaginémonos que alguien organizara una exposición sobre Historia del siglo XX y reprodujera, como representativas del papel desempeñado en ella por Israel, las caricaturas antedichas. Como mínimo se le acusaría de antisemitismo y se le llevaría ante los tribunales, sin olvidar que la muestra sería de inmediato clausurada. Eso por no hablar de la campaña intensiva de la prensa contra el desdichado y del hundimiento definitivo de su carrera.

Ahora bien, ¿por qué las asociaciones judías, que están siempre a la caza de cualquier expresión mínimamente sospechosa de antisemitismo, no intervinieron enérgicamente en su momento para hacer retirar el cuadro de Moshe Galili, que constituye una flagrante falsificación de la Historia y una indigna muestra de mala fe? No se puede exigir honestidad de los demás cuando no se la exige a los propios. ¿O sólo vale reivindicar la justicia en un solo sentido? Es más: ¿dónde estaban los idiotas útiles de la intelligentsia occidental, siempre dispuestos a colgarse las medallas de la lucha por los derechos humanos? ¿Por qué no pusieron el grito en el cielo contra este atentado al derecho elemental al buen nombre? La eterna doble vara de medir... Y es que sale barato atacar a la Iglesia Católica mientras se anda con mucho más tiento cuando se sabe que puede resultar caro con otras denominaciones religiosas. ¿Por qué, si no, nadie pinta o exhibe en exposiciones sobre el holocausto cuadros del gran muftí de Jerusalén Mohammed Amin al-Husseini, que aconsejó a Hitler exterminar a los judíos del Mahgreb y Palestina y ayudó a reclutar a musulmanes bosnios para las Waffen SS? Siendo así que en este caso sólo se estaría contando la estricta verdad.

Ya cuando apareció la primera edición del libro de John Cornwell con el título insidioso de El Papa de Hitler se vio una clara muestra de la deshonestidad habitual del lobby antipacelliano. La portada mostraba una foto en la que se veía al entonces cardenal Pacelli saliendo de la Cancillería de Berlín, como sugiriendo una connivencia con el Führer que databa de antiguo. Sin embargo, no se aclaraba que la imagen pertenecía a 1929, es decir cuatro años antes de la ascensión de éste al poder, y que el entonces nuncio apostólico en Alemania aparecía en ella después de despedirse del jefe de Estado de entonces, que no era Hitler, sino el anciano mariscal Paul von Hindenburg, último presidente de la República de Weimar. ¡Así se escribe la Historia!

2 comentarios:

Yuan J. Cruz dijo...
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Yuan J. Cruz dijo...

Que tristeza tan grande y que desafortunado ver, que el autor de tal infamia sea presisamente un judio y encima de Hungria, pais que su santidad Pio XII facilito un prestamo para reestableser su maltrecha economia de postguerra.

Que hironia ver que hayan judios que olviden que fue presisamente Pio XII quien firmara un edicto donde establecia que si era tomado prisionero, en el momento que crusase la frontera vaticana, se le diera por muerto y se convocara conclabe. Un constante e infatigable defensor de los judios que escondio a tantos en el Vaticano, castelgandolfo y levanto la clausura de los conventos para dar refugio a los persegidos de la guerra, y que sea un hijo de israel quien ose calumniar a quien estaba dispuesto a dar su vida por ovejas que no eran de su rebaño.

Que recuerde el autor de semejante porqueria profama, que son presisamente Judios (con mayuscula) quienes proponen a su santidad para que sea reconocido como justo entre las naciones. Reconocimiento que le es otorgado a quienes salvaron a uno o mas judios en la guerra y como no se le va a dar a quien salvo, por su paternal mano, a miles !!!!!!!